CALLEJONES SIN SALIDA. CAPITULO 13 Y FINAL.
El lunes siguiente
Ibar retomó su trabajo en horario nocturno en la empresa de radiotaxis “Fast”.
Horas antes había conversado con la periodista Paula Zavala quien lo llamó para
agradecerle los datos en exclusiva que difundió en su nota para televisión
hablando del “nexo panameño”; “el escándalo por las aguas subterráneas” y “el asesinato
en el Campo Escuela de los scouts”. “Una enmarañada trama que nuevamente nos muestra
que el crimen… está Siempre Listo” fue el teatral remate de su despacho
televisivo mientras miraba directo a la cámara en el mejor estilo de Carlos
Pinto en el programa Mea Culpa. Solo le faltó el humo flotando sinuoso
sobre un fondo negro.
Al salir del
departamento no pudo evitar observar con detención que nadie estuviese oculto
en algún rincón del pasillo esperándolo. Cuando salió del edificio giró un par
de veces para verificar que nadie lo siguiera. Recordó también el dicho sobre
un tal “Juan Segura” con sus muchos años a cuestas y tanteó disimuladamente si
en el bolsillo derecho de su chaqueta estaba el spray de pimienta de reciente
adquisición por internet.
Poco antes
de llegar a recoger el auto que le tocaba conducir esa noche recibió un mensaje
de Cifuentes. Solo eran cinco emoticones de un rostro amarillo con gesto de
extrema sorpresa y grandes ojos que se tomaba la cara para aumentar el
dramatismo de la expresión. Eso, y el enlace a una nota de internet del Diario
Crítica de Panamá contando del hallazgo de un cadáver en un herbazal junto
al vertedero del Cerro Patacón en Ciudad de Panamá. La Policía Nacional
hablaba de claros indicios de una ejecución por los dos disparos en la cabeza
de la víctima. Recién en un cuarto párrafo se destacaba que desde la embajada
chilena se había tomado contacto con la Fiscalía panameña para confirmar si los
documentos de identificación encontrados en las ropas del occiso bajo el nombre
de Juan Pablo Ordaz, de nacionalidad chilena, eran reales.
Aunque faltaban poco más de 10 minutos para las 22 horas Ibar, sentado nuevamente frente al volante del radiotaxi, prefirió iniciar su programación musical de la jornada laboral con la playlist titulada “Medianoche”. Echo and The Bunnymen los primeros en la nómina de invitados. Sonido de viento para comenzar “The killing moon” en su muy post punk extended versión. Algo como el destino a pesar de tu voluntad espera que te entregues a él cantaba Ian McCulloch. En Santiago la luna de esa noche era creciente. Rodrigo Ibar pensó en Fernando Reyes y en su madre. Pensó en sus muchas noches de campamento bajo esa misma luna. Pensó también en las altas sequoias del Campo Escuela que en ese momento estarían meciéndose al viento arraigadas cerca de un oculto río subterráneo. No supo que derivación de ideas lo llevaron además a pensar en su hijo al que podría visitar el fin de semana siguiente. Sonrió. Subió el volumen de la canción y puso en marcha el vehículo.
LOS ACONTECIMIENTOS Y PERSONAJES DE ESTE RELATO SON FICTICIOS. CUALQUIER SIMILITUD CON LA REALIDAD ES SOLO COINCIDENCIA.
PD: Mi afectuoso agradecimiento a todos quienes han seguido este relato a pesar de sus muy erráticas fechas de publicación. Especialmente a mi amigo Bernardo Mellibosky que con sus acotaciones y sugerencias como voluntario "corrector de prueba" ha sido un permanente animador y colaborador de este blog. ¡Buena Caza!
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