viernes, 18 de agosto de 2017

EL EMISARIO DE BERLÍN (Nombre Clave Badetuch. Cap I)


En 1945 apenas concluida la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aliadas encontraron en los cuarteles de la Gestapo, en Berlín, la “Sonderfahndungsliste G.B”. Una “Lista Negra” para ser aplicada tras la invasión del III Reich en el Reino Unido, en 1940, como parte de la operación “León Marino”.
Son más de 2.800 nombres de quienes debían ser “neutralizados” por representar un peligro para la ocupación nazi. Incluyen desde las más altas personalidades políticas como el Primer Ministro Winston Churchill hasta académicos y artistas como los escritores Aldous Huxley y  Virginia Woolf.
Entre todos ellos, bajo el código “B6”, se encontraba el nombre del fundador de los Scouts, Robert Baden Powell.


Esta historia comienza siete años antes…



CAPÍTULO I
EL EMISARIO DE BERLÍN

Muelles del Puerto de Mombasa. Kenya. Octubre 1938.

El esmirriado gato de manchas grises y blancas que desde hace un rato lo observaba con poco interés decidió finalmente probar suerte y maullando fue a restregarse contra sus piernas. El hombre lo miró con fastidio, pero dejó que por un par de minutos el animal ronroneara. Luego extendió su mano como si lo fuese a acariciar y rápidamente lanzó la colilla encendida del cigarrillo que fumaba a la cara del animal. El gato dio un salto, lanzó un gruñido gutural y salió corriendo asustado.
Dieter Fisher era cruel y tenía buena puntería. Una combinación que le había resultado favorable en los cinco años que llevaba en el Servicio. Casi un quinto de su vida dedicada a la grandeza del Reich.
A esa hora de la noche el mar se encontraba tranquilo. Sólo un leve rumor dejaba notar el oleaje cercano. Tres focos de luz tan amarillenta, como si tuviesen pantallas de pergamino, iluminaban pobremente a unos 30 metros la zona de las cajas, tambores y bultos que eran parte de los cargamentos portuarios más importantes.
Era una cita casi de rutina, se dijo, aunque sabía que en su labor nada podía darse por seguro. Cumplía su tarea e intentaba hacerlo con eficacia, sin embargo a su juicio esta vez la misión era irrelevante.
Miró hacia el Océano Índico y pensó que sólo ocho meses antes, en su Austria natal, se había concretado el Anschluss y ese territorio ya formaba parte del “Espacio Vital” del III Reich. Esa vez no pudo celebrar como hubiese querido con sus camaradas del partido. A esa fecha ya estaba destinado en África reforzando la red de inteligencia que luego facilitaría el despliegue de todo el Afrika Korps con Rommel a la cabeza.
Sintió ruidos sordos junto a una de las embarcaciones en el muelle. Caminó con el paso silencioso que había adquirido en los entrenamientos y largas excursiones en la Tercera División de Montaña. Vio a un hombre que sin ningún sigilo se limpiaba con un pañuelo sus zapatos. Se acercó lentamente un tanto ofuscado por la falta de rigor profesional del recién llegado. Fisher lo observó algún tiempo. Se percató que se trataba más bien de un burócrata que de un verdadero militar y se acercó pausadamente. El emisario de Berlín nuca notó su presencia hasta que a pocos metros decidió hablarle…

—Tendrá que tomar sol y tostar esa piel. Su tono tan blanco  dice a las claras que está recién llegado de Europa.
Theodor Bauer se sobresaltó. Llevó su mano hacia el arma que guardaba entre su espalda y el pantalón, oculta por una chaqueta de un lino blanco marfil.
Fisher notó el gesto —Deje ese revolver en su lugar, si lo quisiera muerto ya lo habría hecho y no se habría enterado siquiera. No es ud muy cauteloso.
Bauer no hizo caso del comentario. Observó con curiosidad a su interlocutor, y sólo repitió la pregunta clave del encuentro…
—Buenas noches… ¿Sabrá cómo se puede llegar en tren al Lago Victoria?
—Me parece que hay un problema en las vías y habrá que esperar un par de días a que las reparen — respondió Dieter— tal como correspondía a la contraseña.
Voces lejanas de la discusión entre un hombre y una mujer los pusieron alerta y guardaron unos minutos de silencio.
—Traigo la confirmación de Berlín —prosiguió Bauer dando por cumplido el protocolo de identificación—
—Eso esperaba ¿qué se ha resuelto?
—Está decidido —le respondió Bauer— Tendrá que viajar a Nyeri y dar inicio a la operación “Badetuch”.
—¡Por favor!— exclamó Fisher con fastidio— no podían escoger un nombre más indigno, ¿a quién se le ocurre algo así? Aunque el nombre es lo de menos. Es una tarea que sólo significa distraer tiempo y recursos. ¿En qué nos puede  interesar lo que haga o deje de hacer ese anciano inglés?
—Bauer lo interrumpió bruscamente —No le corresponde cuestionar las decisiones que se toman en Prinz Albrecht. Los intentos para que Baden Powell diese reconocimiento a las Hitlerjugend como parte del Movimiento de Boys Scouts se dan totalmente por fracasados —el volumen de su voz iba subiendo fuera de toda prudencia y sus palabras tomaban un estilo grandilocuente — Además, pronto las fuerzas del Reich se desencadenarán en Europa y no sería extraño que el Imperio Británico se vea involucrado. Aún envejecido ese hombre puede convocar a muchos jóvenes de toda Europa a resistirse a los propósitos del Führer. Ud cumpla lo dispuesto. Vaya a Nyeri y elimine ese riesgo. Tenemos información que su objetivo estará de regreso en noviembre.      
Dieter Fisher encendió un nuevo cigarrillo, asintió con la cabeza y recibió la valija que Bauer le extendía. Flectando un poco el brazo calculó el peso de la maleta.
—Un discurso muy vehemente —le replicó con sorna— se olvida en todo caso que este no es un acto de propaganda del partido. Le recomiendo que baje la voz cuando hable de estos temas fuera de Alemania. Los ingleses tienen buenas redes en África y recuerde que esta fue una de sus colonias.
—¿Abrió la valija?
—No, pero sé lo que contiene —dijo Bauer con seguridad— Me lo indicaron al salir de Berlín.
—Entonces sabe lo que le dijeron; y no realmente lo que hay en la maleta. Yo de ser Ud hubiese revisado.
Bauer se sentía cada vez más molesto y respondió con acritud
—Me atengo a las órdenes recibidas. Pareciera que esa disciplina que enorgullece al Reich se le ha reblandecido bajo el sol africano.
Fisher demoró a propósito la respuesta, dejando flotar por algunos instantes un incómodo silencio. Mientras lo hacía, recordó que en su infancia participó con entusiasmo de una tropa de boys scouts antes que estas fuesen incorporadas de manera forzosa a las Juventudes Hitlerianas cuatro años atrás. Juventudes en las que también participó, aún con mayor entusiasmo.
Primero como un murmullo empezó a entonar una melodía y luego con voz casi susurrante empezó a cantar “¡Adelante, adelante… suenan brillantes fanfarrias… Adelante, adelante… la juventud no teme al peligro…
Bauer quedó un tanto descolocado pero ante lo que pensó era un arranque de nostalgia se sumó al himno de las Hitlerjugend. “… Alemania tú vas a brillar… y será nuestro hogar… Adelante, adelante… suenan brillantes fanfa…
Fisher interrumpió la canción en seco.
—Es un mecanismo explosivo —le dijo forzándose a no mostrar ninguna expresión en el rostro.
Bauer no pudo evitar que sus ojos delataran la sorpresa y a la vez se desviaran hacia la valija que había trasladado por miles de kilómetros.
Fisher comenzó a reír contenidamente —Es ud bastante crédulo y fácil de impresionar. Me pregunto quién lo seleccionó para esta tarea. No se ofenda pero me parece que no cuenta con la presencia de ánimo requerida en esta especialidad.
El enviado de Berlín sí se ofendió. Le respondió con un agrio rictus en los labios
—Algunas habilidades pueden ser adquiridas. No así la confianza en las instrucciones recibidas que firmemente creo siempre son dictadas pensando en la grandeza de Alemania. Una confianza que, parece ser, ud ya no tiene. Recuerde que en el informe que debo entregar de este encuentro puedo incluir apreciaciones personales sobre “la moral y el espíritu de fidelidad al Führer” de cada agente. 
Fisher no se tomó a broma la amenaza y respondió calmadamente.

—Diga a nuestros superiores en el Servicio que he recibido las órdenes y me dispongo a ejecutarlas —volvió a sonreír mientras vaciaba por la nariz el humo de su cigarrillo— Diga también que pueden estar tranquilos… el “Héroe de Máfeking” no será más un motivo de preocupación para el Tercer Reich.

Continuará...