viernes, 1 de septiembre de 2017

OJOS PARA LA CORONA (Nombre Clave Badetuch. Cap II)




CAPÍTULO II
OJOS PARA LA CORONA

Avenida Royal Mile. Edimburgo. Escocia. Agosto 1938.

      …precisamente, muy entusiasta, muy entusiasta y… ¿cómo decirlo apropiadamente? Con gran… “aplomo” ¡eso es! esa sería la expresión correcta… un joven con mucho aplomo…

Sir Harold Laman frotaba constantemente su bigote con su índice y su pulgar, gesto inequívoco de que se encontraba alegre. Como anfitrión de la cita se sentía profundamente halagado que un alto oficial de la Royal Air Force, formado en el Batallón Glasgow del Cuerpo de  Cadetes del Ejército Británico hubiese solicitado desde Londres poder asistir al evento. Más aún que se  mostrara tan interesado en conocer a los integrantes de la delegación de Boys Scouts que pronto partiría en viaje hacia el África Oriental para conocer, saludar y compartir un par de semanas con el Barón de Gilwell.

—¡Coronel Riess, ahí veo al muchacho! Permítame presentárselo… como le decía, al ser uno de los patrocinadores de este viaje me interesé en participar personalmente en la selección de los niños y jóvenes que formarán parte de esta… ¿cómo decirlo apropiadamente?... esta… expedición de homenaje, ¡eso es! expedición de homenaje, ¿un buen concepto no le parece?…

Raymon Gibbons conversaba con Roger Eaton y Arthur McFarlan, otros de los escogidos para el viaje. Todos llevaban sus uniformes, los mismos con los se presentarían ante el fundador de los Boys Scouts en Kenya. Habían hecho el recorrido muy animados como toda la delegación desde Glasgow, su ciudad natal, hasta la capital de Escocia.
De pronto, entre medio de los presentes que conversaban en pequeños grupos y los mozos, que llevaban bandejas con vasos y copas, se percató como Sir Harold agitaba su brazo desde el otro lado del salón y gesticulaba pidiéndole que se acercara.

—El deber llama —les dijo— a modo de disculpa a sus compañeros y caminó hacia Sir Laman que estaba acompañado en ese momento por un oficial de la RAF a quien no había visto antes.
—¡Buenas noches joven Gibbons! me da mucho gusto presentarte al Coronel Walter Riess… Coronel, este es Raymond Gibbons uno de los Jefes de Patrulla que llevará nuestros saludos a Baden Powell…   

Luego de algunos minutos de saludos protocolares y agradecimientos de circunstancia, Raymond Gibbons, 17 años, regresó a departir con sus compañeros del Glasgow Scout Group.

—Sir Laman volvió a frotar sus bigotes y miró por el rabillo del ojo al Coronel preguntado ¿Qué tal?
—Sereno, cordial, poco hablador… —dijo Riess— y observador, agregó… ha notado sin inconvenientes que soy parte del 49° Escuadrón de Reconocimiento sólo dando una mirada a mi uniforme… “Buenos ojos” diríamos en el Servicio…
—¿Buenos ojos? Preguntó Sir Laman sin comprender del todo.
—¡Eso es lo que necesitamos precisamente! —Exclamó el Coronel Riess, sonriedo levemente— Muchas cosas ocurren en el mundo en nuestros días y muchas son de interés para la Corona. —Luego bajando la voz agregó— Buenos ojos de buenos súbditos es lo que buscamos— afirmó al tiempo que levantaba levemente la solapa izquierda de su chaqueta y dejaba ver a Sir Laman por pocos segundos una pequeña piocha metálica cuyo emblema MI  “Inteligencia Militar” Sir Laman  supo reconocer por su experiencia en el Ministerio de la Marina.

El anfitrión de la recepción miró directamente al Coronel Riess. Se dio por enterado sobre el propósito de la visita del uniformado que tan inesperadamente le había solicitado por teléfono desde Londres, y sintió como su ánimo de alegre velada se convertía paulatinamente en una seria inquietud.

—Es sólo un muchacho- exclamó casi susurrando.
— Tiene edad suficiente para entrar en el “Gran Juego”—replicó Riess— y en este caso es mejor así, levantará menos sospechas. —Luego dió un sorbo a su vaso de whisky, mientras miraba por la ventana uno de los costados de la Catedral de Saint Giles.—
—¿Y por qué no envían mejor a algún profesional?
—Hay muy poco personal, Sir Laman. La mayoría está destinado aquí en Europa… Polonia, Austria, en Alemania misma.
—Me está ud presentando un panorama bastante sobrío, Coronel.
—Son tiempos muy agitados. De mucha exigencia para el Servicio. Estoy convencido que Hitler no se detendrá en Austria. Seguirá jugando a probar la paciencia y la capacidad de respuesta de Francia… y también la nuestra.
— El Primer Ministro se muestra confiado en mantener la paz
—Muy a mi pesar me atrevo a confiarle, Sir Laman, que Chamberlain se presenta más bien timorato al respecto. Bien nos vendría a todos recordar como decían los romanos “Si vis pacem…
para bellum” —completó la frase el anfitrión escocés.
—En cuanto a Gibbons —prosiguió Riess— ya hemos comprobado algunas de sus características que lo hacen un buen prospecto. Algo de entrenamiento personalizado ayudará mucho también. De no ser así no me habría dado personalmente la tarea de venir hasta acá.   
—Sin embargo falta algo muy importante. Habrá que ver si Gibbons quiere participar —replicó Sir Laman, que desde hace varios minutos ya no atusaba su bigote.
—Eso espero — dijo Riess — Sin embargo, apelando a mi intuición, creo que cuando le diga quien se encuentra en grave riesgo… aceptará.

Continuará...