lunes, 27 de junio de 2022

CALLEJONES SIN SALIDA 9

 



—¿¡Qué xopa fren!? Aquí estamos para colaborar en lo que se preste.

La sonrisa de Ramiro Hinojosa en la pantalla del computador resaltaba blanca y generosa en su rostro de tez muy morena de alegre panameño. No llevaba uniforme, pero sí su pañolín. Atendía la videoconferencia desde su casa en el barrio de “El Cangrejo” A esa hora llovía en Ciudad de Panamá.

—Muchas gracias Ramiro por ayudarnos —le dijo Alberto Cifuentes— como te conté en el correo esto es algo más bien extraoficial, así que te pedimos también mucha discreción. Disculpa que abusemos de tu buena voluntad pero eres el dirigente scout panameño que me da más confianza para hacer estas consultas. El viaje de Fernando Reyes a tú país y el registro de “Sequoia” con Panamá como única sucursal en el exterior parecen mucha coincidencia.

—¡Pero claro fren! Vaya problemón que se traen entre manos. Mira tú que aparecer un cadáver de un asesinato justo ahí en el Campo Escuela. Yo ya estuve por allá hace algunos años ¿sabían? Un lugar sólido, fabuloso eh. Con esos tremendos árboles. Muy bonito para acampar aunque muy frío por las noches.  Bueno, bueno comprendo que esto está bien bien delicado. No se preocupen por eso del sigilo. A mí tampoco me interesa hacer mucha bulla, luego les cuento por qué. Además, ya les tengo algo de información. Con lo que me escribiste Alberto me puse a ver si podía reunir algunos daticos y algo, o más de algo, he logrado…  

—¡Somos todo oídos Ramiro! Así como en la película …tú eres “Nuestro hombre en Panamá”. 

—¡Así mismo estoy yo, de agente secreto sin saber como se hace eso! Bueno pues. Lo primero es que esa empresa “Sequoia” que me nombran no tiene oficina por acá… o sea, tiene y no tiene… ¡Ya ven que rápido me pongo a tono con las novelas de espías!

Antonio Ibar y Alberto Cifuentes se miraron extrañados y con la misma expresión miraban  alternadamente la pantalla del computador en el que tenían la videoconferencia con Ramiro, su contacto scout en ese país caribeño.

—...espérense que me explico, ya me explico muchachos. “Sequoia” no tiene oficina propia acá en Panamá. Y es por aquí donde encontramos un primer hilito de esta telaraña —le dijo con tono de suspenso— Su dirección corresponde a la de la “Fundación Kudú” y ahí tienen sólo un anexo telefónico donde dejar mensajes grabados…

—¡¿Y qué es eso de “Fundación Kudú”?!... ¿Kudú, como el cuerno de Kudú de Baden Powell?

—¡Es que ahí viene lo más sabroso mis frens! —les dijo Ramiro con evidente emoción frotándose las manos— El nombre es justamente por el cuerno mismo ese de BP y esta fundación funciona en la “Ciudad del Saber” ¿La conocen?

—No —contestaron casi al unísono.

—Vean “Ciudad del Saber” es acá un recinto bastante grande donde antes estaban las instalaciones militares de EEUU cuando controlaban el Canal. Tiene varios edificios, muchos prados, calles interiores, y espacios al aire libre. ¡Hasta un lago artificial tiene! Ahí funcionan muchas organizaciones porque hay oficinas, salas de conferencia, restaurantes y tambié hoteles. Entonces, entre las instituciones que allí hay está la sede de la Oficina Scout Panamericana. Hasta ahí todo clarito y sin bulla, pero… además, en un edificio cercano, en una oficina pequeña, funciona también esta llamada “Fundación Kudú”. Cuando tú llamas por teléfono te responde siempre una grabación que dice: “Somos  Fundación Kudú para el apoyo del scoutismo Panamericano, deje su mensaje después de la señal” ¿me siguen? Pero la cosa es que por acá en Panamá y entre los conocidos que tengo en la OSP, que no son pocos, nadie tiene muy claro a qué se dedican. Tampoco es que tenga mucha actividad en su sede porque nunca han visto a alguien por ahí. Un amigo me alcanzó un folleto que tenía de ellos donde dice: “Desde hace casi cuatro décadas con espíritu de fraternidad financiamos proyectos en países de Centro América y América del Sur para colaborar con Grupos de Guías y Scouts en situación vulnerable”; en todo caso  aquí en el impreso este no mencionan ninguno de esos proyectos en particular. En Panamá al menos no conozco ningún grupo que haya recibido dinero o materiales de ellos. Hay un dato más preocupante aún…  esto sí que me costó un poco más de averiguar y le pone sazón al asunto…

—¡Suelta, suelta! –dijeron a coro Ibar y Cifuentes.

—¿Qué quieren que suelte mis fren?

—¡No, que nos cuentes!  Que nos tienes ansiosos por saber.

—Ahhhhh, ofi , ok. Pues ni más ni menos que los que llevan las riendas en esa tal “Fundación Kudú” son gente reconocida del círculo los hermanos Balaguer…¡Los Balaguer!  ¡Ayala vida! ¿Qué tal? —y al pronunciar ese apellido el dirigente scout panameño abrió los ojos y levantó las manos al cielo como para darle más espectacularidad a la revelación— Solo después de unos segundos de silencio, inmóvil mirando la pantalla y esperando una reacción de los chilenos, Hinojosa cayó en cuenta que ese nombre no le decía nada al par que tenía al otro lado de la conexión.

—¡Pero que chuzo, claro!  Uds no saben de qué les hablo ¿no?. Miren —y se acercó a la pantalla bajando la voz— acá los Balaguer acá son requetebién conocidos y nunca por buenas razones. De jovencitos fueron colaboradores y protegidos de Benjamín Colamarco. Eso fue en los días finales del “Cara de Piña”, de Noriega quiero decir, antes de la invasión de los yanquis ¿me siguen? Y Colamarco a su vez fue el que organizó el “Batallón Dignidad”. Así se llamaban los grupos de civiles, que se colocaban unas sudaderas color bermejo y salían a la calle con palos, fierros, cadenas y hasta machetes a espantar y golpear a los opositores de Noriega. Desde entonces y hasta ahora, a estos nenes que ya están mucho más grandecitos, se los ha vinculado a un montón de asuntos turbios. Tanto en la política, como en los negocios, pero siempre salen bien librados de las acusaciones. Peinaditos y bien tallao´s así como los ve. ¡Son gente peligrosa! Hay que andarse con cuidado eh. Por eso yo les pido también que no cuenten que fui yo quien les dio estos datos. Con estos pillos es mejor andarse con pie de plomo.

—Sí algo recuerdo de las noticias sobre la invasión de EEUU para derrocar a Noriega. Fue como a fines de los 80s ¿no? el tipo pasó de ser su dictador protegido a un paria cuando se hizo demasiado evidente lo del tráfico de drogas. Y como el hombre se les puso porfiado y no quiso salir por la buenas, entonces llegaron los paracaidistas y pa’ fuera.

—Tal cual mi fren. A Noriega, que incluso fue informante de la CIA, lo sacaron y ahí anduvo dando vueltas por cárceles hasta que se enfermó bien grave y se murió. Pero cuando se calmó todo, mucha de su gente, de sus comandantes y allegados que para la invasión se escondieron bien rapidito en Colombia o en Costa Rica pues regresaron. Sin el uniforme claro, y retomaron, rapidito también, los “bisnes”. “Los discursos cambian de color, pero el dólar siempre es verde” decía mi abuela Olivia que en la paz del Señor descanse.  

—Entonces –agregó Cifuentes- esa Fundación Kudú para el apoyo al scoutismo panamericano…

—¡Ayala vida! Hagamos esto —lo interrumpió entusiasmado el panameño— Ud hace como que no preguntó y yo hago como que no le respondí, pero para mí, digo no más para mí y entre nos, eso es ¡fachada mi fren chileno! ¡Pura fachada! Lamentablemente de esas cosas hemos aprendido mucho en los últimos años por acá —le remató Hinojosa con sonsonete tropical desde una lluviosa Ciudad de Panamá.

Ya estaban en la despedida agradeciendo nuevamente toda la investigación y los datos que Ramiro Hinojosa les había entregado, cuando al scout panameño se le cayó la libreta que había tenido entre manos para consultar de vez en cuando durante la videoconferencia. Se agachó para recogerla y al salir su figura del centro de la pantalla del computador en la azul pared del fondo quedaron a la vista varios pañolines scout; un poster de la banda británica “The Cure”, ese con Robert Smith dando la espalda con la guitarra colgando; y junto a una pequeña repisa, pegado con pequeñas tachuelas un banderín blanco con la silueta roja de un corcel cabalgando. “Caballos” se alcanzaba a leer claramente junto al dibujo.

—Disculpa Ramiro —preguntó Ibar— el banderín que tiene ahí en la pared la pared, ese que dice “Caballos” ¿de qué es?

—Ese es de un equipo de basquetball bien conocido y con mucha fanaticada por acá. “Caballos de Coclé” ¿Los conoces?

—No, pero el dibujo me tocó verlo hace poco. Hace muy poco. “A veces los árboles no dejan ver el bosque”. Eso lo decía mi abuela Guillermina, que en paz descanse, también.  

 


(LOS ACONTECIMIENTOS Y PERSONAJES DE ESTE RELATO SON FICTICIOS. CUALQUIER SIMILITUD CON LA REALIDAD ES SOLO COINCIDENCIA)