OJOS PARA LA CORONA (Nombre Clave Badetuch. Cap II)
CAPÍTULO II
OJOS PARA LA CORONA
Avenida
Royal Mile. Edimburgo. Escocia. Agosto 1938.
…precisamente, muy
entusiasta, muy entusiasta y… ¿cómo decirlo apropiadamente? Con gran… “aplomo” ¡eso
es! esa sería la expresión correcta… un joven con mucho aplomo…
Sir Harold Laman frotaba
constantemente su bigote con su índice y su pulgar, gesto inequívoco de que se
encontraba alegre. Como anfitrión de la cita se sentía profundamente halagado
que un alto oficial de la Royal Air Force,
formado en el Batallón Glasgow del Cuerpo
de Cadetes del Ejército Británico hubiese
solicitado desde Londres poder asistir al evento. Más aún que se mostrara tan interesado en conocer a los
integrantes de la delegación de Boys Scouts que pronto partiría en viaje hacia
el África Oriental para conocer, saludar y compartir un par de semanas con el
Barón de Gilwell.
—¡Coronel Riess, ahí veo
al muchacho! Permítame presentárselo… como le decía, al ser uno de los
patrocinadores de este viaje me interesé en participar personalmente en la
selección de los niños y jóvenes que formarán parte de esta… ¿cómo decirlo
apropiadamente?... esta… expedición de homenaje, ¡eso es! expedición de homenaje,
¿un buen concepto no le parece?…
Raymon Gibbons conversaba
con Roger Eaton y Arthur McFarlan, otros de los escogidos para el viaje. Todos
llevaban sus uniformes, los mismos con los se presentarían ante el fundador de
los Boys Scouts en Kenya. Habían hecho el recorrido muy animados como toda la
delegación desde Glasgow, su ciudad natal, hasta la capital de Escocia.
De pronto, entre medio
de los presentes que conversaban en pequeños grupos y los mozos, que llevaban
bandejas con vasos y copas, se percató como Sir Harold agitaba su brazo desde
el otro lado del salón y gesticulaba pidiéndole que se acercara.
—El
deber llama —les dijo— a modo de disculpa a sus compañeros y caminó hacia Sir
Laman que estaba acompañado en ese momento por un oficial de la RAF a quien no
había visto antes.
—¡Buenas
noches joven Gibbons! me da mucho gusto presentarte al Coronel Walter Riess… Coronel,
este es Raymond Gibbons uno de los Jefes de Patrulla que llevará nuestros
saludos a Baden Powell…
Luego de algunos minutos
de saludos protocolares y agradecimientos de circunstancia, Raymond Gibbons, 17
años, regresó a departir con sus compañeros del Glasgow Scout Group.
—Sir
Laman volvió a frotar sus bigotes y miró por el rabillo del ojo al Coronel
preguntado ¿Qué tal?
—Sereno,
cordial, poco hablador… —dijo Riess— y observador, agregó… ha notado sin
inconvenientes que soy parte del 49° Escuadrón de Reconocimiento sólo dando una
mirada a mi uniforme… “Buenos ojos” diríamos en el Servicio…
—¿Buenos
ojos? Preguntó Sir Laman sin comprender del todo.
—¡Eso es lo que
necesitamos precisamente! —Exclamó el Coronel Riess, sonriedo levemente— Muchas
cosas ocurren en el mundo en nuestros días y muchas son de interés para la
Corona. —Luego bajando la voz agregó— Buenos ojos de buenos súbditos es lo que buscamos—
afirmó al tiempo que levantaba levemente la solapa izquierda de su chaqueta y
dejaba ver a Sir Laman por pocos segundos una pequeña piocha metálica cuyo emblema
MI “Inteligencia Militar” Sir Laman supo reconocer por su experiencia en el
Ministerio de la Marina.
El anfitrión de la
recepción miró directamente al Coronel Riess. Se dio por enterado sobre el
propósito de la visita del uniformado que tan inesperadamente le había
solicitado por teléfono desde Londres, y sintió como su ánimo de alegre velada
se convertía paulatinamente en una seria inquietud.
—Es
sólo un muchacho- exclamó casi susurrando.
—
Tiene edad suficiente para entrar en el “Gran Juego”—replicó Riess— y en este
caso es mejor así, levantará menos sospechas. —Luego dió un sorbo a su vaso de
whisky, mientras miraba por la ventana uno de los costados de la Catedral de
Saint Giles.—
—¿Y
por qué no envían mejor a algún profesional?
—Hay
muy poco personal, Sir Laman. La mayoría está destinado aquí en Europa… Polonia,
Austria, en Alemania misma.
—Me
está ud presentando un panorama bastante sobrío, Coronel.
—Son
tiempos muy agitados. De mucha exigencia para el Servicio. Estoy convencido que
Hitler no se detendrá en Austria. Seguirá jugando a probar la paciencia y la
capacidad de respuesta de Francia… y también la nuestra.
—
El Primer Ministro se muestra confiado en mantener la paz
—Muy
a mi pesar me atrevo a confiarle, Sir Laman, que Chamberlain se presenta más
bien timorato al respecto. Bien nos vendría a todos recordar como decían los
romanos “Si vis pacem…
—
para
bellum” —completó la frase el anfitrión escocés.
—En
cuanto a Gibbons —prosiguió Riess— ya hemos comprobado algunas de sus características
que lo hacen un buen prospecto. Algo de entrenamiento personalizado ayudará
mucho también. De no ser así no me habría dado personalmente la tarea de venir
hasta acá.
—Sin
embargo falta algo muy importante. Habrá que ver si Gibbons quiere participar —replicó
Sir Laman, que desde hace varios minutos ya no atusaba su bigote.
—Eso espero — dijo Riess — Sin embargo, apelando
a mi intuición, creo que cuando le diga quien se encuentra en grave riesgo…
aceptará.
Continuará...
Buenos ojos de buenos súbditos.......
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