jueves, 29 de mayo de 2014

FUEGO


No puede decir que haya habitado esta tierra o caminado sus sendas quien junto a él no ha buscado luz, calor, pausa y amistad en noches de acampar.
En la modesta fogata para pocos o en el gran fogón que en fiesta a todos reúne.
En el afán cotidiano de preparar el alimento. En la solemnidad del ceremonial.
Modesto en una vela. Altivo, desafiante en la antorcha.
En los primeros nombres del mundo el suyo estuvo entre los que se dieron a los dioses.
Atávico el llamado al que algunos respondemos. A veces alegres, a veces silenciosos.
Evocador de sueños.
Pastor de recuerdos y nostalgias.
Ropas y zapatos se le allegan y cansados suspiran vapor en medio de la lluvia.
Círculo de manos que lo enmarca.
Rostros anaranjados.
Danza que irrumpe en las sombras.
Se repliegan los temores.
Música y cantos se abrigan.
El relato nace.
Cuna de las leyendas.
Brasa de buenas noches.
Ceniza de finitud.
Guardo algo de humo en un bolsillo como recuerdo.
Y mantengo encendida la esperanza del reencuentro.

Argot.-


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