domingo, 8 de septiembre de 2013

EN VIEJO TREN SE ESCUCHAN VOCES


En mis fierros, hoy óxido, hoy frío, aún conservo el roce de tus manos, recuerdo permanente de ese viaje. No quiero olvidar y no quiero que me olvides.
Los rieles que seguían y seguían, eran para mí los de siempre. Tú estabas impaciente por llegar y por eso te parecían casi no tener fin.
No viste que estaba ahí. Cantabas, conversabas, reías. No supiste mi nombre. Yo escuché el tuyo cuando te llamaban y lo aprendí. Supe como eras. Cada una de mis partes me lo dijo. Asientos, ventanas, manillas y suelo. Dormiste y te arrulle. Cantaste y canté. Viajaste y ese viaje gastado se hizo nuevo para mí.
Cuando llegamos bajaste con estrépito y al partir no miraste atrás. Yo dije adiós. ¿Me recuerdas?
Ahora los pasajeros son otros y el trayecto el mismo. Sólo rutina. Todos van separados. Ya no hay un gran viaje, un gran destino, una misma aventura, una sola voz. Pequeños recorridos no tienen la gran fuerza que llevabas tú y los tuyos. Ibas y venías de un encuentro esperado, por comenzar o ya concluido. Algo que llamabas Jamboree, Rover o campamento.
Yo sigo en mi tarea. Aprendo de memoria los paisajes. 
A veces cuando me detengo y nadie queda, mis luces se apagan y viajo por mi interior. Busco algún detalle, algún rincón donde aún quede algo de ti. Si lo encuentro mi recuerdo puede crecer. 
Hay momentos en los que logro escuchar nuevamente tu voz. Comienza en un rincón, viaja por los vagones, rebota en el techo. Un gran eco surge. Aparecen también las voces de quienes te acompañaron. Casi reales. 
Así vuelvo a estar contigo, y puedo revivir esa tenue alegría que tú llamas sonreír.

Recuerdo "Clandestino".  

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