En 1945 apenas concluida
la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aliadas encontraron en los cuarteles de
la Gestapo, en Berlín, la “Sonderfahndungsliste G.B”.
Una “Lista Negra” para ser aplicada tras la invasión del III Reich en el Reino
Unido, en 1940, como parte de la operación “León Marino”.
Son más de 2.800 nombres
de quienes debían ser “neutralizados” por representar un peligro para la
ocupación nazi. Incluyen desde las más altas personalidades políticas como el
Primer Ministro Winston Churchill hasta académicos y artistas como los
escritores Aldous Huxley y Virginia
Woolf.
Entre todos ellos, bajo
el código “B6”, se encontraba el nombre del fundador de los Scouts, Robert
Baden Powell.
Esta historia comienza siete años antes…
CAPÍTULO I
EL EMISARIO DE BERLÍN
Muelles
del Puerto de Mombasa. Kenya. Octubre 1938.
El esmirriado gato
de manchas grises y blancas que desde hace un rato lo observaba con poco
interés decidió finalmente probar suerte y maullando fue a restregarse contra
sus piernas. El hombre lo miró con fastidio, pero dejó que por un par de
minutos el animal ronroneara. Luego extendió su mano como si lo fuese a
acariciar y rápidamente lanzó la colilla encendida del cigarrillo que fumaba a
la cara del animal. El gato dio un salto, lanzó un gruñido gutural y salió
corriendo asustado.
Dieter Fisher era
cruel y tenía buena puntería. Una combinación que le había resultado favorable
en los cinco años que llevaba en el Servicio. Casi un quinto de su vida
dedicada a la grandeza del Reich.
A
esa hora de la noche el mar se encontraba tranquilo. Sólo un leve rumor dejaba
notar el oleaje cercano. Tres focos de luz tan amarillenta, como si tuviesen pantallas de
pergamino, iluminaban pobremente a unos 30 metros la zona de las cajas, tambores
y bultos que eran parte de los cargamentos portuarios más importantes.
Era
una cita casi de rutina, se dijo, aunque sabía que en su labor nada podía darse
por seguro. Cumplía su tarea e intentaba hacerlo con eficacia, sin embargo a su
juicio esta vez la misión era irrelevante.
Miró
hacia el Océano Índico y pensó que sólo ocho meses antes, en su Austria natal,
se había concretado el Anschluss y
ese territorio ya formaba parte del “Espacio Vital” del III Reich. Esa vez no
pudo celebrar como hubiese querido con sus camaradas del partido. A esa fecha
ya estaba destinado en África reforzando la red de inteligencia que luego
facilitaría el despliegue de todo el Afrika
Korps con Rommel a la cabeza.
Sintió
ruidos sordos junto a una de las embarcaciones en el muelle. Caminó con el paso
silencioso que había adquirido en los entrenamientos y largas excursiones en la
Tercera División de Montaña. Vio a un
hombre que sin ningún sigilo se limpiaba con un pañuelo sus zapatos. Se acercó
lentamente un tanto ofuscado por la falta de rigor profesional del recién
llegado. Fisher lo observó algún tiempo. Se percató que se trataba más bien de
un burócrata que de un verdadero militar y se acercó pausadamente. El emisario
de Berlín nuca notó su presencia hasta que a pocos metros decidió hablarle…
—Tendrá
que tomar sol y tostar esa piel. Su tono tan blanco dice a las claras que está recién llegado de
Europa.
Theodor
Bauer se sobresaltó. Llevó su mano hacia el arma que guardaba entre su espalda
y el pantalón, oculta por una chaqueta de un lino blanco marfil.
Fisher
notó el gesto —Deje ese revolver en su lugar, si lo quisiera muerto ya lo
habría hecho y no se habría enterado siquiera. No es ud muy cauteloso.
Bauer
no hizo caso del comentario. Observó con curiosidad a su interlocutor, y sólo
repitió la pregunta clave del encuentro…
—Buenas
noches… ¿Sabrá cómo se puede llegar en tren al Lago Victoria?
—Me
parece que hay un problema en las vías y habrá que esperar un par de días a que
las reparen — respondió Dieter— tal como correspondía a la contraseña.
Voces
lejanas de la discusión entre un hombre y una mujer los pusieron alerta y
guardaron unos minutos de silencio.
—Traigo
la confirmación de Berlín —prosiguió Bauer dando por cumplido el protocolo de
identificación—
—Eso
esperaba ¿qué se ha resuelto?
—Está
decidido —le respondió Bauer— Tendrá que viajar a Nyeri y dar inicio a la
operación “Badetuch”.
—¡Por
favor!— exclamó Fisher con fastidio— no podían escoger un nombre más indigno,
¿a quién se le ocurre algo así? Aunque el nombre es lo de menos. Es una tarea
que sólo significa distraer tiempo y recursos. ¿En qué nos puede interesar lo que haga o deje de hacer ese
anciano inglés?
—Bauer
lo interrumpió bruscamente —No le corresponde cuestionar las decisiones que se
toman en Prinz Albrecht. Los intentos
para que Baden Powell diese reconocimiento a las Hitlerjugend como parte del Movimiento de Boys Scouts se dan
totalmente por fracasados —el volumen de su voz iba subiendo fuera de toda
prudencia y sus palabras tomaban un estilo grandilocuente — Además, pronto las
fuerzas del Reich se desencadenarán en Europa y no sería extraño que el Imperio
Británico se vea involucrado. Aún envejecido ese hombre puede convocar a muchos
jóvenes de toda Europa a resistirse a los propósitos del Führer. Ud cumpla lo
dispuesto. Vaya a Nyeri y elimine ese riesgo. Tenemos información que su
objetivo estará de regreso en noviembre.
Dieter
Fisher encendió un nuevo cigarrillo, asintió con la cabeza y recibió la valija
que Bauer le extendía. Flectando un poco el brazo calculó el peso de la maleta.
—Un
discurso muy vehemente —le replicó con sorna— se olvida en todo caso que este
no es un acto de propaganda del partido. Le recomiendo que baje la voz cuando
hable de estos temas fuera de Alemania. Los ingleses tienen buenas redes en
África y recuerde que esta fue una de sus colonias.
—¿Abrió
la valija?
—No,
pero sé lo que contiene —dijo Bauer con seguridad— Me lo indicaron al salir de
Berlín.
—Entonces
sabe lo que le dijeron; y no realmente lo que hay en la maleta. Yo de ser Ud
hubiese revisado.
Bauer
se sentía cada vez más molesto y respondió con acritud
—Me
atengo a las órdenes recibidas. Pareciera que esa disciplina que enorgullece al
Reich se le ha reblandecido bajo el sol africano.
Fisher
demoró a propósito la respuesta, dejando flotar por algunos instantes un
incómodo silencio. Mientras lo hacía, recordó que en su infancia participó con
entusiasmo de una tropa de boys scouts antes que estas fuesen incorporadas de
manera forzosa a las Juventudes Hitlerianas cuatro años atrás. Juventudes en
las que también participó, aún con mayor entusiasmo.
Primero
como un murmullo empezó a entonar una melodía y luego con voz casi susurrante
empezó a cantar “¡Adelante, adelante… suenan brillantes fanfarrias… Adelante,
adelante… la juventud no teme al peligro…
Bauer
quedó un tanto descolocado pero ante lo que pensó era un arranque de nostalgia
se sumó al himno de las Hitlerjugend.
“… Alemania tú vas a brillar… y será nuestro hogar… Adelante, adelante… suenan
brillantes fanfa…
Fisher
interrumpió la canción en seco.
—Es
un mecanismo explosivo —le dijo forzándose a no mostrar ninguna expresión en el
rostro.
Bauer
no pudo evitar que sus ojos delataran la sorpresa y a la vez se desviaran hacia
la valija que había trasladado por miles de kilómetros.
Fisher
comenzó a reír contenidamente —Es ud bastante crédulo y fácil de impresionar.
Me pregunto quién lo seleccionó para esta tarea. No se ofenda pero me parece
que no cuenta con la presencia de ánimo requerida en esta especialidad.
El
enviado de Berlín sí se ofendió. Le respondió con un agrio rictus en los labios
—Algunas
habilidades pueden ser adquiridas. No así la confianza en las instrucciones recibidas
que firmemente creo siempre son dictadas pensando en la grandeza de Alemania.
Una confianza que, parece ser, ud ya no tiene. Recuerde que en el informe que
debo entregar de este encuentro puedo incluir apreciaciones personales sobre
“la moral y el espíritu de fidelidad al Führer” de cada agente.
Fisher
no se tomó a broma la amenaza y respondió calmadamente.
—Diga
a nuestros superiores en el Servicio que he recibido las órdenes y me dispongo
a ejecutarlas —volvió a sonreír mientras vaciaba por la nariz el humo de su
cigarrillo— Diga también que pueden estar tranquilos… el “Héroe de Máfeking” no será más un motivo de preocupación para el
Tercer Reich.
Continuará...